VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
La filosofía no tuvo siempre
por base al racionalismo. La oposición entre la intuición y la razón preocupó ya a los
pensadores en el tiempo de Sócrates. Éste demostró el papel de lo que más tarde
había de llamarse el inconsciente, mostrando a los artistas y poetas inspirados
no por la sabiduría, sino por un fuego muy semejante al de los magos.
Esta teoría expuesta por
Platón en su apología de Sócrates es muy parecida a la teoría de la intuición.
En la edad Media algunos pensadores como Paracelso, el matemático Cardan la
abrazaron. Hoy muchos pensadores y filósofos consideran a la intuición superior
a la razón.
De hecho el sentimiento y la
razón, que expresan necesidades diferentes
del espíritu, tienen siempre sus
defensores. El sentimiento fue y es el preferido de los poetas, artistas,
astrólogos, médium, holísticos y en general personas dedicadas a la
espiritualidad: la razón por los sabios, matemáticos, científicos, teóricos.
Los primeros viven en el dominio de la
creencia; los segundos, en el conocimiento. Y este conflicto eterno ha hecho
que las dos corrientes se alimenten, crezcan y se fortalezcan en muchos
sectores de la sociedad, creando condiciones provechosas para enfrentar a la
inteligencia con el sentimiento sobre nuestro destino.
La biología y la patología
penetraron en el terreno del inconsciente
y por consecuencia en la vida intuitiva hasta llegar a las fuentes más
profundas de nuestros sentimientos y de la vida consciente. La conciencia
afectiva hasta ese momento no tenía la
claridad de la conciencia intelectual, pero, sin embargo, la dominaba, porque
las inspiraciones de la razón germinan frecuentemente en el fondo de lo inconsciente.
La subconsciencia constituye
la fuente tanto de la vida orgánica como de la psíquica y se encuentra por
consecuencia, en la base de los diversos problemas filosóficos. De él derivan
los elementos del carácter que constituyen la personalidad. Representa una
especie de estanque nutrido por el
pensamiento de nuestros antepasados y
por la experiencia del alma inmortal que
bebió la fuente del saber constantemente en sus diversas vidas. Por tanto, lo inconsciente
podría ser definido como la condensación del alma en el poder propio de la
permanencia donde todo es mutable.
Cuando se va de lo físico a lo
vital y a lo psíquico, el conocimiento se hace cada vez menos preciso y
entonces interviene la intuición. La naturaleza nos ha dado la inteligencia
para la vida a través de sus fenómenos en constante evolución y no para la explicación de las cosas y
nosotros sobrepasamos ese fin tratando de interpretarlas. Además el mundo de la
vida y del alma es una perpetua sucesión y transformación
Podemos definir a la intuición
como la facultad de comprender las cosas al instante, sin necesidad de realizar
complejos razonamiento. Está relacionada al conocimiento inmediato, directo y
autoevidente. No requiere, por lo tanto, de ningún tipo de deducción. Por lo
que podemos afirmar que es una habilidad
que se deriva de la conciencia de uno mismo y que permite recurrir, no sólo a
sus conocimientos, sino aplicar también su sabiduría de la vida a sus
decisiones
La intuición, en definitiva,
está vinculada a las reacciones repentinas o a sensaciones más que a
pensamientos elaborados y abstractos. Es importante señalar que la ciencia no
admite que se compare la intuición con una experiencia paranormal o mágica;
siempre intenta justificar aquellas cuestiones que no podemos explicar como
producto de procesos mentales a los cuales no se accede mediante la conciencia
y promete que, algún día, en un futuro no muy distante, hallará las razones
exactas para dichos fenómenos.
POTENCIALIZAR LA INTUICION
Para potenciar la intuición es necesario ser
menos crítico con cada conclusión que no sea justificable por medio de un
argumento sólido. No es necesario empezar sólo actuar desde la sensación de que
algo es cierto.
Puede ayudar anotar
coincidencias entre lo que soñamos y lo que luego vivimos. Los sueños suelen
ser un espacio en el que al carecer de freno analítico, se muestran con mayor
soltura conclusiones, ideas sobre nuestra realidad cotidiana.
Practicar la meditación o alguna
técnica de relajación suele potenciar también la intuición.
FORMAS DE INTUICION
Existen dos formas de
intuición completamente diferentes. La intuición intelectual y la intuición de
origen afectivo.
La intuición intelectual
determinan el nacimiento de ideas espontáneas, a veces geniales, madre de los
grandes descubrimientos, que iluminan el pensamiento de los sabios, ejemplo
Galileo, Newton, Einstein, todos ellos fueron instituciones intelectuales.
Las instituciones
intelectuales difieren de las instituciones sentimentales, en que las primeras
pertenecen al mundo de las ideas y las segundas al de los sentimientos. La
intuición de origen afectiva o mística se traduce por impulsos del inconsciente
que guían a los seres a realizar u optar por determinado evento. Es decir
tiende a analizar con profundidad el riesgo o, en otras palabras, nuestra
capacidad de decidir cuando la información es escasa o confusa, y ha constatado
el enorme poder del instinto ante estas situaciones.
Como conclusión podemos afirmar
que la intuición no es algo mágico con lo que se nace, la desarrollan personas
inteligentes que aprenden de todo lo que viven y ven a su alrededor, siendo muy importante para desarrollar buenas
habilidades sociales, para hacer mejor nuestro trabajo o para encontrar nuevas
soluciones a viejos problemas, y por eso merece la pena tenerla en cuenta y
potenciarla en el día a día, brindándonos una puerta de acceso a la sabiduría
vital acumulada. Solo hay que saber escuchar ese mensaje e interpretarlo y para
ello es necesario conocerse a sí mismo.